Bueno, ¿Y tú te has preguntado alguna vez con calma, cuánta basura generas al día? Esta pregunta puede parecer muy simple, pero no lo es. Oficialmente se calcula que cada persona, genera 835 gramos de basura al día; si, es lo oficial, aunque en realidad casi a nadie le importa este tema tan delicado.
¿O acaso le has dado un vistazo al bote de basura que está en tu casa, escuela u oficina? ¿Estás consciente de todos los objetos que se pueden reutilizar y reciclar?
Sabemos, o al menos eso parece, que al vivir en un ciclo de vida consumista, se van a generar una importante cantidad de objetos que nosotros consideramos basura que van desde los artículos personales y de higiene, pasando por los semi-intangibles como son la luz, el gas y el agua en el hogar, alimentación en cualquier rubro, hasta los que indirectamente están implicados en este ciclo como son el consumo del automóvil, transporte público, etc.
Pero desgraciadamente, más allá de no tener la cultura de la separación de desechos de todo tipo, se vive en una burbuja de indiferencia en la cual estamos involucrados todos y precisamente al no darle importancia en casi ningún medio de comunicación de cualquier tipo, se nos hace muy “normal” el que surjan desperdicios y se olvide el problema; siendo que se ha estado originando una bomba de tiempo que nadie ha podido y no se podrá detener.
En teoría, hace algunos años en la capital del país, entró en vigor el programa de separación de basura (orgánica e inorgánica); pero en la práctica, ¿alguien separa su basura y es de su interés separarla? ¿Se sabe exactamente y se tiene claro el concepto de basura orgánica e inorgánica? ¿Todos los camiones recolectores tienen su separación correspondiente? En lugares públicos como son parques, el metro y metrobus, oficinas, escuelas, calles, tiendas, centros comerciales, bares, cines; ¿hay recolectores específicos de la basura?
Cuando compramos algún artículo o producto, ¿nos hemos puesto a pensar y a reflexionar, qué va a pasar con éste mismo? ¿Qué le vamos a hacer o dónde lo vamos a guardar después de muchos años? ¿Qué pasa con los teléfonos celulares, las televisiones, las tabletas electrónicas, las computadoras y hasta los coches? Al estar en una época donde la tecnología avanza muy rápido, no nos detenemos un minuto a pensar y preguntarnos si realmente necesitamos el artefacto. Lo que realmente nos interesa es tener los más avanzado tecnológicamente hablando sin importarnos lo viejo que estamos dejando atrás.
Un ejemplo de esto mencionado, lo hemos visto en películas distópicas como “Inteligencia Artificial (I.A)” o en “Wall-e” donde claramente vemos los objetos y/o productos convertidos en “chatarra” de cualquier tipo; suena muy lejano quizá, pero estoy seguro que en menos tiempo de lo que se espera, vamos a estar sufriendo las consecuencias de tanta indiferencia.
Este fenómeno de comprar impulsivamente sin pensar en los residuos generados, como son las envolturas de plástico, el unicel (muy contaminante y dañino para la salud), papel, cartón, tela, etc.; al estar sumergidos por la euforia de la compra, los desechamos pero no nos tomamos la molestia si ver si alguno de estos residuos los podemos ocupar. Y más aún, esto se agudiza en las inefables épocas de navidad, en las grandes baratas de diversos almacenes, el “Buen Fin” (y las tristemente compras masivas de televisiones al por mayor), vacaciones, el regreso a clases, las ventas nocturnas, la “semana santa”, los eventos deportivos, las vendimias populares, etc.
Entiendo que existen estudios de mercado y de publicidad (y toda su gran maquinaria de propaganda) con el fin de generar una necesidad al consumidor, éste a su vez compre todo lo que esté a su alcance, pero desgraciadamente no hay ninguna regulación que limite tanto desecho generado, y peor aún, suena hasta imposible que algún día entre en vigor en un país como el nuestro.
Por otro lado, desde hace algún tiempo, ha entrado a la venta “productos verdes” como son botellas de agua, envolturas de comida chatarra, bolsas y empaques, gasolinas sin plomo, shampoos, cremas, detergentes, thés, comida orgánica, insecticidas, cosméticos, etc., con slogans como “comprometidos con el medio ambiente”, “biodegradable”, “amigable con la naturaleza”, “este producto no daña la capa de ozono”, y demás barbaridades que sólo son frases que suenan bien y hasta cínicamente son impulsadas por lo grandes mercaderes para vender más y en cuanto antes mejor.
Entonces, ¿Ha llegado el momento de considerar al ser humano sólo como un hipercomprador impulsivo teledirigido y generador de basura? ¿Hasta cuándo dejaremos de pensar (y esperar) en comprar en “ventas nocturnas” o en “grandes baratas”? ¿Seguimos desperdiciando comida y agua sin pensar en el resto? ¿Alguien separa y recoge correctamente los desechos de sus mascotas? ¿Se invertirán más recursos en tiraderos de basura ó rellenos sanitarios? ¿Las tres “R” (reciclar, reutilizar, reducir) algún día se llevarán a cabo por parte de nosotros como ciudadanos? ¿Qué provoca las inundaciones en las grandes ciudades? ¿Tiene algún efecto en nosotros el ver cómo se están agotando los recursos naturales? ¿Nos hemos puesto a pensar a dónde va a parar toda la parafernalia utilizada en campañas políticas, comerciales y públicas, como son el papel de los votos, urnas, plásticos de todo tipo, flyers, volantes, bolsas de plástico, sobres, “espectaculares” y demás? Aún con el correo electrónico, compresión de archivos, y escáneres, paradójicamente, ¿porqué en las empresas se genera tanto papel de manera inútil?
Tampoco se trata de generalizar a nivel social, hay que reconocer que hay personas que hacen la diferencia poniendo su granito de arena y su labor es excepcional, aunque todavía son muy pocos los que se han atrevido a hacer conciencia.
Por último, no es que se tenga una visión catastrófica de la vida, simplemente las intención es sólo hacer un comentario de un tema que casi no se toca, no se discute, y peor aún, no es de nuestro interés (todavía).