AUTOCRÍTICA Y RESPONSABILIDAD.
Cuántas veces no hemos criticado a nuestro prójimo a diestra y siniestra, despedazándolo por completo, sin piedad alguna, fijándonos hasta en el más mínimo detalle que le aflore al individuo; pero haciendo un alto en el camino, ¿cuántas veces te has hecho una autocrítica?
Partiendo de la definición del diccionario, la autocrítica es la capacidad para detectar y aceptar los propios errores. Por otro lado, la crítica sencillamente no es positiva desde ningún punto de vista y no existe la “Crítica Constructiva” pues toda crítica es destructiva.
Lo interesante del tema surge cuando nosotros mismos nos criticamos, dado que a nivel subconsciente el 80% del diálogo interno es con uno mismo, por lo cual sí es factible este tipo de crítica, pero el problema llega cuando de exteriorizar se trata, dado que casi nadie tiene el suficiente valor de autocriticarse y reconocer sus propios errores delante de su entorno; este fenómeno se da en cualquier nivel socioeconómico y cultural.
En el entorno social, sobre todo el laboral, no hay ninguna persona que reconozca abiertamente sus errores y mucho menos efectúe una autocrítica (es más, siendo sinceros, yo creo que no se entiende por completo el término a nivel local); toda acción conlleva una reacción la cual la origina un autor principal y responsable de la misma, y si esta acción llega a fallar, casi siempre nos encontramos con el escenario de que no emerge a primer instancia el autor para que no quede en evidencia de que se equivocó en su accionar y se responsabilice del mismo.
Y, ¿qué pasa? Tenemos como resultado toda una evasión de responsabilidades, un temor colectivo, un “echadero de bolita” como se conoce el término coloquialmente, y lo grave del asunto es que también nadie toma la iniciativa de manera alternativa o contingente para resolver el problema.
Esta vorágine la observamos prácticamente en cualquier nivel; por ejemplo, desde nuestros hogares hasta llegar al conjunto como país porque casi siempre estamos buscando un culpable de nuestros errores y no quedamos satisfechos con los resultados.
¿Tan difícil es reconocer nuestras culpas y errores? ¿Porqué cuesta tanto trabajo? ¿lo traemos de nacimiento esta característica, o ya es parte de nuestra identidad como mexicanos?
La educación es una herramienta fundamental (y de este tema hablaré posteriormente), sólo que precisamente no se nos ha inculcado de manera correcta el ser responsables de nuestros actos, y por consiguiente, llevar a cabo la autocrítica en cualquier aspecto de nuestra vida.